Para quienes arriesgan su vulnerabilidad.
Existen muchas maneras de querer. Casi todos somos capaces de, en mayor o menor medida, sentir amor por alguien. Sin embargo, enamorarse supone llegar al punto más alto de la cima de la montaña de este tipo de sentimiento, plantar la bandera con tu nombre, balancearte de un lado al otro mientras bailas a pata coja y te sostienes con un solo pie, perder el equilibrio por momentos y, aún así, no sentir miedo ante la posible caída. Independientemente de cuánto dure esta sensación.
Por eso, enamorarse es de valientes.
Porque te acarician estas sensaciones cuando eres capaz de deshacerte de todas tus protecciones. Porque sucede en el momento en el que te das cuenta de que la persona a la que quieres tiene en una mano el poder para hacerte daño y en la otra toda la confianza que has decidido depositar en ella.
Enamorarse es volver a hablar con la entonación de un niño, pero desde la madurez de un lenguaje adulto. Es plantearse envejecer al lado de una persona y soñar una vida en común con ella. Es elegir una opción y rechazar veinte, y aún así sentir que sales ganando. Enamorarse es, como dice la palabra, llenarse de amor a uno mismo. Es tener el espacio y la capacidad para poder sentirlo, estar preparado emocionalmente para soportarlo.
Por eso, te enamoras cuando no te avergüenzas de lo que sientes. Cuando te das cuenta, al fin y al cabo, de que no eres tan egocéntrico como creías ser y que el foco de tu vida ya no sólo te ilumina a ti. Es reconocer tu admiración por otra persona. Ser consciente de que eres fuerte cuando eres dueño de tus elecciones, pero también vulnerable ante las suyas.
Enamorarse implica dejar paso al descontrol y recibir un poco de locura. Arriesgarse a ser sincero consigo mismo y con el otro. Es una mezcla de emociones entre las que conviven la paz y el caos. Es sentirse en sintonía con el mundo y en armonía con uno mismo. Enamorarse es aquella pequeña mitad negra del símbolo del Ying Yang, donde en medio de todo el negror, se vislumbra un punto blanco. Por lo tanto, es verle el lado positivo a todas las desgracias, es encontrar toda la fuerza disponible e inventarse incluso la inexistente para que la relación funcione. Y es que este sentimiento aparece cuando te pierdes desde todos los puntos cardinales posibles y los reinventas. Cuando los rediriges y las flechas de tu brújula sólo os apuntan a vosotros dos y a todo aquello que puede haceros posible como pareja. Es confiar y volverse inteligente, es no dejar que manipulen lo que piensas, no dejar que intenten decidir por vosotros. Es ilusionarse ante la mínima posibilidad de compartir experiencias con ella, es emocionarse al recordar.
Y es que, de este modo, sucede que te vuelves un experto en pensar e intuir los pensamientos, deseos y emociones del otro. Sucede que extrañas a una persona incluso teniéndola al lado, experimentando un tipo de melancolía anticipada cuando duerme contigo. Que sientes vacío incluso con la mayor sensación de plenitud, por miedo a que algún día esa sensación te falte.
Enamorarse es dolor por no estar acostumbrado a sentir tanto. Es inventarse «llorar de amor» y colocarlo a caballo entre las expresiones «llorar de felicidad» y «llorar de pena». Porque si sólo de ti dependiera, echarías abajo el ancla de tu vida y la amarrarías a la suya para siempre. Enamorarse es cubrir al otro de promesas, porque es la única manera que tienes de demostrarle en presente que piensas en un futuro junto a él.
Es volver a empezar y a aprender de nuevo. No cansarte de experimentar con tus sentidos. Enamorarse es que tus ojos se tropiecen con cada parte de su cuerpo, es la hipersensibilidad de tu piel cada vez que te toca. Es descubrir el sabor más dulce en sus labios y desear escuchar su voz en todas las tonalidades y circunstancias. Enamorarse es dormir y apoyar la cabeza en la misma almohada para que el olor de su pelo te evoque su imagen cada noche en la que te falta. Es darle un poco más de sentido a todo. Es sonreírte a ti mismo, sentirte inspirado con la vida. Es no encontrar las palabras que lo definan o, sin embargo, empezar a describirlo y que no te quepan. Es descubrir tu propio romanticismo y sorprenderte con él.
Enamorarse es construir un mundo paralelo y en común con el otro, donde compartir lo más sincero de cada uno. Es no tener la necesidad de cambiar nada de él, ser capaz de aceptarle tal y como es. Es aceptarte a ti mismo y convencerte de que te pueden querer también a ti por tal y como tú eres y que, sobre todo, te lo mereces. Es dejar que te descubran y sentirte a gusto en el proceso.
Enamorarse es quererse a si mismo, es volver a sentirse uno mismo al lado de alguien.
Noemí Carnicero Sans
Ole!!!! Me has recordado a este poema de Lope de Vega, no sé si has visto la peli!
http://www.youtube.com/watch?v=14E7JVAGHtY
Chemary
IM-PRESIONANTE. No podría estar más de acuerdo con este texto. Bueno, con éste y con todos. Me gusta tu manera de expresar esas sensaciones, esos sentimientos, esas vivencias tan cotidianas y en ocasiones tan difíciles de explicar y que leyéndote a ti parece tan fácil. En unos días me volveré a pasar, ya que veo que no dejas de sorprender 🙂 ¡Gracias!
Marina qué sorpresa. Disculpas por responder tan tarde! No me di cuenta de este comentario! Me alegro mucho de que te identifiques con él. Para mí, a veces, tampoco es fácil transmitirlo, y tengo que llegar a un punto medio de objetividad y subjetividad que me permita escribirlo de forma menos personal con la que los demás también puedan ver reflejadas un poco sus historias y las mismas sensaciones. Gracias por comentar!
Es totalmente cierto!! El amor, es claro para los valientes, para aquellos que en su vocabulario no entra para nada las frases de desamor, aquellos que son firmes con lo que quieren en la vida y se comprometen con otra persona en cuerpo y alma pero sin dejar atrás su sueños y convicciones, pocos, son muy pocos los que se enamoran y dan amor de forma honesta y verdadera.
si, son pocos los que aman de verdad y se comprometen.
precioso