= Sueños e ilusiones inteligentes.
«Camarero, te has quedado corto de ilusión en el vaso de los sueños.»
Así podría definirse la situación en España. Lo que nos ha sucedido, empieza o está a punto de pasar. Algo que pedimos constantemente pero a la que hace tiempo se le terminó la botella. Algo que, siendo previsores, aún mantenemos en el mismo vaso de hace un siglo y por ello nos estamos viendo bajo mínimos. Por lo tanto, hablemos de ello, no sea que a cualquier muerto de sed se le ocurra pasar por delante de nuestro vasito de ilusión y bebérsela de golpe.
Y es que la crisis no sólo refleja el estado económico de un lugar, sino también la manera de pensar de la gente que lo ocupa. La crisis aparece cuando en el lugar donde se alimentaban tus sueños, empieza a asomarse el miedo. Cuando ante toda tu esperanza, alguien se atreve a tomarte por ingenuo y lo peor es que tú, te atreves a creértelo. Aparece en el momento en el que decides que «soñador» y «realista» son adjetivos antónimos y que, por lo tanto, ser una cosa excluye ser la otra. En otras palabras, estamos en crisis cuando empezamos a perder a los tradicionales soñadores de la vida.
Así que ten cuidado contigo mismo, porque tú puedes ser el siguiente en caer enfermo. Y esta enfermedad no es sólo una manera de sentir, sino que acaba transformándose en una manera de pensar. Para que puedas protegerte de ella, te explicaré un poco por encima de qué va el tema;
La crisis se apodera de ti cuando dejas de creer en tus propias posibilidades, cuando te convences a ti mismo de que tus aptitudes no son suficientes para cambiar una pequeña parte del mundo, ni si quiera empezando por el tuyo. El caos te invade cuando decides dejar de soñar en grande y actuar en pequeño, cuando pretendes abarcarlo todo de una sola vez y con una sola mano, cuando decides que tu realidad empieza a ser la realidad de todos los demás.
La crisis aparece cuando decides que tu vida puede prescindir de ilusiones, cuando olvidas que, al fin y al cabo, estas ilusiones no son más que objetivos acompañados de ciertas dosis de esperanza, que te ayudan a potenciar tus habilidades para acercarte progresivamente a la consecución de lo que un día parecían sueños imposibles.
¿Quién es más inteligente, el realista o el iluso?, ¿el realista que ha ido perdiendo por el camino la ilusión, los sueños y la esperanza por anteponer ante sus ojos una realidad tan grande por la que poco puede hacer o, sin embargo, el iluso que es capaz de ser feliz gracias a los recursos que ha encontrado dentro de si mismo?
El iluso soñará con la cabeza en el cielo y los pies en la tierra, en una mano sostendrá un periódico pero en la otra llevará consigo un cuaderno en blanco donde poder escribir su propia historia. El iluso no evitará la realidad, sino que trabajará sobre ella y, sobre todo, no hará de las opiniones de otros su propia manera de pensar. Reestructurará y reorganizará lo que sienta, cuando se frustre se volverá testarudo y se propondrá nuevos objetivos, tendrá siempre varias opciones en mente y, además, las expectativas ante la mayoría de las circunstancias y personas se basarán inicialmente desde perspectivas optimistas.
El otro, sin embargo, se amargará con un dulce. Se encargará de aprenderse los sucesos del día con todo detalle, de cambiar los dibujos animados del niño de la casa por el canal en el que emitan el telediario, de destrozar la fantasía de tus historias, de empañar tus sueños y de poner tus objetivos y metas a la altura de la luna, y más allá. El «realista» no se alegrará con tu felicidad e, incluso, ni si quiera con la suya. Necesitará bofetadas de pesimismo porque, de este modo, le será más sencillo encajar una decepción, ya que objetivamente, ésta decepción nunca llegó a nacer como expectativa.
El realista no tiene sueños porque tiene miedo de soñar y, generalmente, se excusa en lo mal que le van las cosas para justificar lo mal que le va a él. Su manera de pensar es su mayor escudo para que no le duela lo que siente. El realista es perezoso, se conforma con la realidad que no le gusta, por lo que esta realidad en la que vive es al mismo tiempo causa y consecuencia. El fracaso y la inseguridad debilitan su personalidad, por lo que intenta siempre andar sobre terreno estable. Concluyendo, el realista no vive la vida, sino que pasa por ella. No crea ni transforma la energía, sino que sólo se encarga de destruirla.
Así que escucha bien, ingenuo iluso, y ten cuidado cuando alguna de estas personas se cruce en tu camino. ¿Cómo prevenir o curar esta enfermedad? Sencillo: demuestra que ante cada uno de tus logros conseguidos antes habías escuchado la voz de algún pesimista que te había dicho «no lo conseguirás», y tras cada uno de tus sueños un «pon los pies en la tierra». Enséñale que Realismo y Optimismo pueden llevarse bien en una misma frase y, sobre todo, que incluso él cuando duerme y deja de resistirse, SUEÑA cada noche. Que tener ilusión por las cosas y esperanza en las personas es la actitud más inteligente y la mejor manera de acercarse a la felicidad que has conocido hasta el momento.
Por lo tanto, cuando te tachen de iluso y se atrevan a decirte «qué ingenuo eres», piensa que, si te han descrito con estas palabras, es la mejor vacuna que podías recibir contra esta enfermedad. No necesitas pastillas ni remedios. Y es que ahora mismo, tu mejor solución es tu propia cabeza.
Noemí Carnicero Sans
Cada día mejor, gracias por compartir todo esto con nosotros.
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Hola, Noemí. Me gusta también este escrito. Creo que en todo lo que escribes asoma claramente la psicóloga.