A quién le importa lo que yo haga.
Tras el ritmo del mítico «A quién le importa» de Alaska o de la melancólica «Mujer contra mujer» de Mecano, se deshacen dos tipos de suspiros. Aquellos de quienes la genética les ha aventajado con una tempestuosa personalidad llena de recursos y de quienes la suerte se ha puesto del lado de la oportunidad o, en cambio, suspiros resquebrajados, respiraciones rotas y silencios contenidos.
Se trata de las dos caras de una misma moneda. Una moneda, una situación por la que muchos pagan un alto precio. Una bandera como símbolo y unos colores como representación que, en muchos momentos, se han visto manchados. Una condición que la Psiquiatría, en su historia, etiquetó como enfermedad y que, aunque en la actualidad ha desaparecido de sus manuales, hoy en día se arrastran las consecuencias de esos datos manifestándose en actitudes ajenas que, por miedo a comportamientos diferentes, por la inseguridad que provoca lo desconocido, se alejan de ello previamente o lo rechazan con vehemencia alimentados por prejuicios e ignorancia. Actitudes de rechazo que, maquilladas por la palabra «tradicional», construyen sus propios límites, muros infranqueables provocando el rebote de cualquier cosa desconocida que intente traspasarlos, y la devuelve transformada en flechas dolorosas que no permitan entrar el concepto «diferencia» y mucho menos su aplicación práctica.
Hablo de la homosexualidad.
Y, como este texto es para vosotros, me dirigiré especialmente a aquellos que no lo habéis tenido nada fácil.
«A quién le importa lo que yo haga», decía Alaska. Pues se ve, que a muchos. Sin embargo, es a ti a quien no debe importar que a los demás importe. Fíjate que la esencia de su preocupación y desprecio es falsa. ¿Realmente les importa el sexo de la persona que te pueda hacer feliz? Desde luego que no. Su rechazo se basa en algo mucho más sencillo y primitivo: LAS DIFERENCIAS. Si eres diferente, perteneces a un sector al que no desean sentirse vinculados de ninguna de las maneras, representas algo totalmente desconocido y, si además, la persona que te juzga carece de empatía y tampoco le sobra inteligencia, no será capaz de modificar sus esquemas mentales para dejar un hueco a los nuevos. Esa falta de esfuerzo se sustenta en el miedo. En el «prefiero no entenderlo», en la vagancia de «me es más fácil rechazarlo». Se basa en la inseguridad que produce plantearse como normal situaciones y comportamientos que la historia, los «vagos» y los «inseguros» ya se han encargado de que no nos lo parecieran.
Lo normal, lo que deberías hacer en cuanto al corazón, es aquello que no has hecho por miedo a las consecuencias. Es decir, aquello que, por reprimir, está cambiándote convirtiéndote en quien no eres, y haciéndote perder el maravilloso tiempo de tu vida fingiendo que tus gustos son los que deciden los demás.
¿Y si mañana murieras?
Arrepiéntete hoy de los besos que no diste a esos labios pintados de rojo que imitaban los tuyos, o de los brazos que no dejaste que te envolvieran y que desprendían el mismo perfume que tú. Arrepiéntete hoy para que puedas empezar mañana. Alguien dijo alguna vez que la vida es demasiado corta para no ser quien eres. Y tenía razón. Así que mientras otros desperdicien su tiempo juzgándote, tú inviértelo en aquellas personas por las que esta vida te ha puesto a prueba. Porque lo has tenido mucho más difícil que los demás desde el principio.Pero ahora tú decides hasta cuándo han de durar estas dificultades.
No tengas miedo de perder a gente por el camino. Sé tú y las personas que sepan ver en ti la exclusividad, serán las que de manera natural y espontánea permanezcan a tu lado. Los demás, no deberían interesarte. Considérate afortunado porque si exprimes con naturalidad tu condición, contarás con un filtro adherido a ti -y para siempre- que te facilitará la tarea en el momento de cuestionarte quién vale la pena y quién no. Y es que has llegado a este mundo, como diría Coca-Cola, para ser feliz. Y mientras la puesta en práctica de tu felicidad no perjudique la de los demás, arriésgate a ser auténtico y a comprobar qué sucede.
Querido, dale la mano a tu chico y bésalo en los labios como si estuvieras en la ciudad más cosmopolita del mundo, porque no necesitas realmente estarlo para dejarte llevar y respirar la tranquilidad del progreso y modernidad de sus gentes. Ama a quien te dé la gana estés donde estés, le moleste a quien le moleste. Y si estás en el pueblo más pequeño y tradicional del país, marca tú la diferencia y que empiecen a acostumbrarse. No estás aquí para complacer a nadie. Y los demás no están aquí para obligarte a fingir lo que nunca has sentido ni, probablemente, vayas nunca a sentir.
Querida, dale la mano a tu novia. Incluso maquillaos las dos y sentíos las más guapas y femeninas del barrio. Id, también, contra los que en una pareja de lesbianas persiguen identificar la figura masculina por no entender que, en la mayoría de las veces, no la hay. Es más, tened la libertad de pasar épocas de vuestra vida en las que la promiscuidad esté tan presente en vuestros días como lo puede estar en los de los previsibles heterosexuales. Porque vosotros, sois tan personas como ellos.
Que vuestro cruce de miradas deje de ser fugaz, que vuestras manos no se escondan, que el roce de piernas no sea por debajo de un mantel, ni vuestro beso en el callejón más estrecho de una calle. Que vuestras palabras abandonen sus filtros y el diccionario tradicional cambie por el personal.Que, a veces, vuestros oídos se vuelvan sordos y vuestros corazones insensibles. Que tengáis las mismas oportunidades que los demás, y si no, que tengáis fuerza para crearlas. Que améis mucho y améis bien. Y no importa a quien, porque si conseguís ser vosotros mismos después de todo, seréis fantásticos.
Por lo tanto, que nada ni nadie consiga manchar en vuestras vidas ese apasionante abanico de colores. Sed capaces de mantener ese arcoiris en el alma y de transmitirlo de la mejor forma que sepáis pero, sobre todo, sin dejar de ser vosotros.
Empezad pues, desde este mismo momento, a coleccionar los recuerdos de aquellos momentos que un día soñasteis vivir.
Noemí Carnicero Sans.
bravo noemí !!! (tesa)
el amor Es. Existe para todas las personas,aunque no todas pueden comprender todo lo que significa, que el amor no es solo ese "estado" romántico con una o varias personas, es mucho más, es una oportunidad de plenitud, y cuando lo comprendes, eres capaz de desearle lo mismo a todos los demás.
Reina, et desitjo tot l'amor del món. Ara ets tú la dels Exelents.
Petons.
Montse
Ojalà el q has escrit sigui motivador per a moltes persones que encara tenene pors de mostrar-se com realment son. M'ENCANTA EL TEXT! =) Enhorabona!!!
Es cierto, durante la historia toda la represion, muchas veces violenta ha causado estragos dentro del colectivo homosexual. Son personas y como tales es obligación de todo ciudadano luchar por los derechos de todos, aunque existan personas que sean diferentes en cuanto a gustos sexuales. Gran articulo Noemi ^^