«Mejor llegar tarde a una noticia, que mal»

 

Nacido en Barcelona en 1974. Corresponsal de ‘La Vanguardia’ en Washington. Antes fue corresponsal en Nueva York y en Berlín.

-Buenas tardes Marc, sitúenos y explíquenos qué posición ocupa actualmente dentro de La Vanguardia. ¿Qué trayectoria profesional le ha llevado hasta aquí?

Soy el corresponsal en Washington desde hace casi tres años. Antes había sido durante dos años corresponsal en Nueva York. Y antes, cinco años en Berlín. Estudié humanidades y periodismo en la Universidad Pompeu Fabra. Mientras estudiaba periodismo, hice prácticas y colaboré con El Punt. El segundo y último año de periodismo, en la primavera del 1999, hice prácticas en la sección de Internacional de La Vanguardia y, luego, me quedé durante el verano haciendo una substitución. Desde entonces es el diario al cual he estado vinculado. Entre el 1999 y el 2000 hice un postgrado sobre periodismo especializado en la Unión Europea en la Universidad de Estrasburgo. Desde allí, pasé a trabajar a la corresponsalía de La Vanguardia en Bruselas con el corresponsal Salvador Enguix.


-Dentro de La Vanguardia y desde la posición de corresponsal, ¿cuál es su función dentro de los procesos de elaboración de una noticia?

Mi función es sencilla: informar de aquello que puede interesar a nuestros lectores, o de aquello que creo que nuestros lectores tienen que saber, y que pase en los Estados Unidos. Yo busco la información, la redacto y la envío a redacción.

-¿Existe flexibilidad entre el trabajo informativo o cada uno se ocupa invariablemente de su sección?
 

Aunque gran parte de mi trabajo se publica en la sección Internacional, no trabajo allí en exclusiva. Una de las peculiaridades de los corresponsales es que no estamos adscritos a ninguna sección. Podemos escribir tanto de política internacional como de deportes, de cultura, de sociedad o de economía. Hace falta tener en cuenta que La Vanguardia tiene dos corresponsales en los Estados Unidos –en Washington y en Nueva York- y, por lo tanto, nos repartimos el trabajo. Un corresponsal tiene que ser obligatoriamente flexible y versátil. Nuestra especialidad no debe ser una sección, sino el país donde estamos destinados.

-Según su experiencia profesional, entonces, ¿es posible que pierdan importancia las especialidades en ciertos momentos y que los redactores se vuelvan más generalistas?

La respuesta anterior responde en parte ésta. Pero añadiría lo siguiente: Existe un debate sobre si los periodistas deben ser generalistas o especializados. Si la especialidad del corresponsal es el país donde está destinado, la pregunta sería si conviene que el corresponsal viva muchos años en el país en cuestión, o vaya cambiando de país. Hay dos modelos: uno sostiene que cuanto más tiempo en un país, mejores contactos tiene el periodista, además de un conocimiento más profundo, etc. El otro modelo diría, puede que más propio de los medios anglosajones, que favorece cambiar el destino cada 3 o 5 años. Según este modelo, vivir demasiado tiempo en un país hace que el corresponsal pierda la mirada fresca, la curiosidad, el punto de vista extranjero. Yo no tendría claro cuál es mejor. Creo que depende del periodista. En La Vanguardia hemos tenido corresponsales magníficos que se han pasado décadas en un país, como Ricard Estarriol i Tomàs Alcoverro, y otros más itinerantes que también han sido muy buenos.

-Como corresponsal de La Vanguardia y representado en ésta a Washington, ¿cómo se vive la competencia con el resto de periódicos? ¿Hay algún tipo de información que se pueda compartir con el resto?

Todos los grandes periódicos españoles y catalanes tienen corresponsales en Washington y, por lo tanto, hay competencia. Pero diría que es sana. Y cada corresponsal hace su trabajo por su lado, porque cada uno tiene prioridades diferentes, intereses diferentes y un estilo diferente, aunque es inevitable coincidir en muchos temas. Como en todas partes, supongo, las historias más propias no se comparten, pero sí que nos ayudamos a veces en temas que no son exclusivos.

-¿Hay momentos en los que existe colaboración entre organizaciones que se pueden considerar competencia?

Sí que hay colaboración. Y añadiría que la relación personal con la mayoría de corresponsales es muy buena, a veces, de amistad, y por lo tanto es habitual colaborar en cuestiones logísticas, un viaje por ejemplo, siempre –repito- que no se trate de una historia exclusiva.

-¿Cómo cree que la inmediatez y la necesidad de ser los primeros en dar una noticia afecta a la credibilidad de ésta?

Esta pregunta incide en dos exigencias vitales del periodismo: rapidez y rigor. Combinar las dos es fundamental, y es una aspiración constante para cualquier periodista. Ahora bien, para repetir una frase que de tanto repetirse ya es un tópico, «mejor llegar tarde a la noticia que mal»; es preferible no ser el primero en dar la noticia y que sea cierta y rigurosa.

-¿Cómo se trabaja esta credibilidad, por ejemplo, en los rumores que llegan a redacción?


Los rumores no son noticia, nunca. Si llega un rumor y el periodista cree que puede serlo, la comprueba y verifica con fuentes de primera mano. La norma tradicional son tres fuentes independientes. Si se comprueba, ya no es rumor.

-¿Cómo cree que influye el repetorio de los tema de los que habla la prensa en los temas que más tarde se hablan en la calle? 

Es probable que la influencia de los medios tradicionales haya disminuido. La revolución de la red ha afectado profundamente el papel de los medios de comunicación tradicionales en la sociedad.

-¿Cree que el público también influye a la prensa en el momento de que los medios fijen los temas de los que hablar?

Es la eterna cuestión: ¿debemos pensar, cuando hacemos periódicos, en “qué nos pide el lector” o debemos decidir nosotros “qué le ofrecemos al lector”? Se podrían escribir páginas y páginas sobre esto. Pero creo que vale la pena pensar en el ejemplo de Steve Jobs, que siempre renunció a los estudios de mercado, a investigar qué quería el consumidor. Decía que ya decidiría él qué es lo que quiere el consumidor, y le salió bien. Aplicado al periodismo, creo que los medios de más calidad –los que a mí más me gustan e interesan- no se hacen pensando en las demandas o humores de los lectores, sino pensando en qué es relevante y qué importante que los lectores y ciudadanos sepan.

-¿Está la prensa manipulada por otros factores externos? ¿Cómo los manipula?

Muchas personas e instituciones intentan manipular los medios. Es tarea del periodista evitarlo. ¿Cómo manipulan? Algunas presionan, otras engañan o seducen, otras venden informaciones con sesgos que les son favorables…

-¿Cómo definiría el tipo de público actual? ¿Qué esperan encontrar, hoy en día, en la prensa?

El público actual me parece cada vez mejor informado, con más fuentes de información, y más directos. Hace sólo 20 años mis lectores no tenían Internet. Les era difícil leer prensa americana. Y aún más seguir la actualidad americana. Hoy, mis lectores, pueden leer los periódicos americanos antes que yo (hay seis horas de diferencia). Por televisión o Internet pueden seguir muchas de las ruedas de prensa que yo sigo. Tienen acceso a gran parte de la información y las fuentes a las cuales yo tengo acceso en Washington. Me pasa a veces que un lector me informa de una noticia que acaba de pasar en los Estados Unidos, y que yo no he visto por estar ocupado en otra noticia o porque es complicado estar al corriente de todo lo que sucede en un país tan grande. Por lo tanto, los lectores me obligan a aportar alguna cosa más, a trabajar más y mejor, y eso creo que al final será bueno para el periodismo y los corresponsales. Nos hará mejores. Y es que para captar al público debemos aspirar a la calidad y a la excelencia.

Noemí Carnicero Sans  –   29/04/2012


 

1 Comentario

Publicar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *