«Somos un grupo de soñadores que creemos que las cosas se pueden cambiar»

 

En 1970 nació en Barcelona un soñador empedernido que, en cualquier medio, iba a marcar un antes y un después por no tener pelos en la lengua. Pasó por diferentes programas de televisión, Crónicas Marcianas entre ellos, donde su cara se convirtió en familiar para el gran público. No obstante, su Premio Ondas en 2008 corroboró que su medio era la radio y que la innovacion en ésta iba a sumar una audiencia de 4 millones de oyentes en su último y actual programa dirigido a los soñadores más optimistas: Levántate y Cárdenas, cada mañana de 6.00 a 10.00 am en Europa FM.

Buenos días Javier. Sinceramente, es un placer poder entrevistarte, ya que no sólo perteneces a la memoria de divertidos momentos televisivos y radiofónicos de la generación de mi padre sino que, cada vez más, la mía va formando parte de vuestra audiencia. Pretendo acercarte, si cabe, un poco más a este tipo de público que aún desconoce tu programa.  

Buenos días. Es normal, ya que los de tu generación suelen conocerme de cuando estaba en televisión.

Has trabajado en televisión, en radio e, incluso, has lanzado una película…

Sí, una como director y productor. Hice dos más como actor simplemente. Pero sí, he hecho diferentes cosas.

Finalmente, has terminado trabajando en radio. ¿Cuál es tu posición en el programa que presentas?

Se trata de un programa que pensé hace 6 años. Pocos apostaban por él porque era muy radical en algunas cosas, compaginaba temas científicos con humor, y entendían que la gente a la que le gusta los temas científicos pasa de los temas de humor y al revés. Y bueno, la verdad es que finalmente apostó por mí Cadena Dial, una cadena que no iba demasiado bien en aquel momento, y es que según ellos “no perdían nada”. Y en un solo año pasamos a ser una cadena que no iba demasiado bien a ser el cuarto programa de audiencia en España.  Luchamos contra los clichés, los cuales están muy arraigados en España. Cuando se cree en algo, cuesta mucho que la gente cambie el chip, y no sólo sucede en radio, sino que pasa en todo. ¿Por qué a alguien a quién le gusta la ciencia no puede tener sentido del humor? Porque a mí me apasiona la historia y sin embargo creo tener bastante sentido del humor, ¿no?.

Los contrastes nunca aburren, ¿no?

Yo también lo creo. Lo que aburre es hacer siempre lo mismo.

Y echando un poco la vista atrás… ¿cómo entraste en el mundo periodístico?

Empecé muy jovencito en el colegio, con 10 años. A mí me gustaba el básquet, pero aunque era mi pasión, yo era muy malo (aunque más tarde acabé jugando en el Barça). Así que me tocó radio y desde que empecé, no paré. 

¿Te gustó tanto que te quedaste?

Al principio me fastidiaba el madrugón de los sábados y domingos, ya que era en fin de semana. Ahí coincidí con gente como Jordi Basté, en el mismo programa, que es un auténtico genio de la comunicación. Y la verdad es que empezamos, empezamos y empezamos… y poco a poco me fui quedando, hasta el día de hoy.

¿Qué es lo que te aporta la radio que no te aporta la televisión?

La radio me lo aporta todo. Me permite ser Javier Cárdenas. No un tío que, de pronto, tiene que presentar Vídeos de Primera o Gente con Chispa o, por ejemplo, estar de colaborador como en Crónicas Marcianas donde hay un director que te marca lo que tienes que hacer y que, además, no te puedes salir de ahí porque es tu función y punto… Claro, cuando tú tienes que pagarte una hipoteca, debes ganarte la vida y deberías hacer algo con lo que disfrutaras… pasas a ser muy infeliz. En la radio, la ventaja que tengo, es que puedo ser yo mismo y hablar de lo que realmente me gusta, me preocupa y me divierte. La radio para mí lo es todo, todo, todo. Y gracias a la radio gané un Premio Ondas que con la televisión, por ejemplo, nunca hubiera ganado.

¿Están los límites mucho más desmarcados?

Absolutamente. Yo en cinco minutos paso de una sección científica a una broma con un micrófono oculto y, a continuación, a dar las gracias a una persona por antena. Pasamos por tres estados de ánimo muy diferentes. En televisión eso es imposible.

¿Esta ausencia de límites existe porque se trata de tu programa o sucede también en el resto de programas de radio?

Una inmensa mayoría de programas de radio va con guión. Como tú has visto, aquí no hay guión, puesto que me parece algo lamentable en la radio. En la radio tienes que ser tú mismo y debes poderte amoldar a tus colaboradores dependiendo de tus estados de ánimo y del tema determinado del que se hable. Si vas con un guión, de ahí no sales, estás encorsetado. Esto lo aprendí con dos genios de la radio, Alfonso Arus y Sergi Mas. Y lo aprendí desde pequeñito: la radio es improvisación. Ojo, con mucho trabajo detrás. 

En este caso, la formalidad en la base y la informalidad en la presentación, ¿no?

Claro. Tenemos que tener mucho trabajo hecho para poder improvisar. Es la única forma. Si no tienes mucho trabajo te obligas a emitir sólo lo poco que tienes. Y ahí corres el riesgo. Pero yo tengo la suerte de tener 22 personas en el equipo. Podría tener la mitad y ganar más dinero pero prefiero tener 22 personas y tener dónde elegir.

Hace poco escuché una frase que decía “la valentía se mide no por aquello que estás dispuesto a ganar, sino por aquello que estás dispuesto a perder” (Risto Mejide). Después leí otra que decía “Me voy porque no aporto nada en este programa. Mi presencia aquí es gratuita” (Javier Cárdenas)…

Esa la pronuncié yo cuando me fui del programa TAL CUAL, de Antena 3.

¿Qué se te pasó por la cabeza?

Que era un pelele. Que volvía nuevamente a la época de Crónicas donde yo tenía que hacer lo que un director quería que hiciera. Con una diferencia, en la época de Crónicas gran parte de los años que estuve me creí mi función en el programa. El último año y medio no, ya que el programa entero cambió y no era el Crónicas que se había creado. El propio Sardá lo reconoce, ya que el último año nos marcó negativamente a todos porque ocurrieron cosas que marcaron mucho ese programa. Por ejemplo, murió su creador, Joan Ramon Mainat, quien era como el hermano de Sarda, pues pasaban todo el día juntos. Nos afectó mucho a todos. Sin embargo, Crónicas marcó un mito, y un antes y después en mí. El programa de Antena 3 del que decidí irme me fichó inicialmente prometiéndome que iba a poder hacer lo mismo que en la radio. Y me mintieron. Se trataba de un programa que iba realmente mal. Yo ganaba tres veces más que mi sueldo en la radio pero me sentía 25 veces peor, así que no compensaba. Me fui diciendo esa frase porque me sentía que no aportaba nada, porque no me dejaban aportar nada. Además me fui en directo, en mitad del programa. El desencadenante fue que la directora me pedía que presentara un vídeo de Belén Esteban y pensé  “hasta aquí hemos llegado”. Des del principio dejé muy claro que no iba a hablar de temas del corazón, así que me quité el micrófono, lo lancé al suelo y me largué.

A pesar de las consecuencias.

Si. Conocía perfectamente las consecuencias que tendría. Sabía que me cerraba las puertas a Antena 3.  Y estoy encantado. Vivo mucho más tranquilo trabajando en la radio. Puedo decidir lo que defiendo y lo que me gusta. Nunca más volveré a pasar por lo que pasé en el programa TAL CUAL. Me engañaron… y yo ya tengo una edad como para que me engañen.

Después de toda esta trayectoria, cuéntame uno de los mejores momentos que te haya brindado la radio o la televisión.

Un gran momento fue cuando me dieron el Premio Ondas a la innovación radiofónica. Pero todo esto no es comparable a que los últimos seis años, de 8000 programas de radio existentes, mi programa es el que más ha crecido en audiencia en la radio española. 

Creo recordar que estáis en un millón de oyentes…

Sí, aunque en la radio cada empresa cuenta como un solo oyente. Por lo tanto, ya que todos tenemos audiencias extraoficiales, mi programa lo escuchan, ampliamente, más de 4 millones de personas.

¿Qué crees que tiene tu programa que engancha tanto al público?

Aquí escuchan lo que no escuchan en otros sitios. Si tengo que llamar a un alcalde hijo de ****, se lo llamo y asumo la querella. Hacemos bromas con micrófono oculto y se nota claramente que no están preparadas, a diferencia de buena parte del resto de emisoras. Además, somos muy directos, y si en mitad de un programa se produce un fallo, lo decimos y no pasa nada. Somos cercanos. El público quiere que no se le engañe. 

¿Qué características crees que debe tener un buen comunicador?

No lo sé. Yo lo único que puedo decir es que se sea lo más sincero posible y muy honesto con su trabajo. Pero no tengo ni idea. Si fuera así de fácil sería muy sencillo aplicar la fórmula y todos tendrían éxito. Yo soy muy cercano, pero es cierto que a gente que no es nada cercana, como Iñaki Gabilondo, le ha ido muy bien toda su vida.


Después de trabajar durante tanto tiempo, empezando el programa a las 6 de la mañana y terminando a las 10… ¿qué es lo que os hacer levantaros cada día con las mismas ganas para que parezca el primer día?

El programa acaba a las 10 pero luego nos pasamos todo el día preparando el programa del día siguiente. Y, la verdad, sólo tienes que pasarte por nuestro Facebook o la Comunidad de Soñadores para ver la gente con qué pasión vive el programa. Es algo tremendo. Quien no conozca el programa puede verlo como algo exagerado, pero quienes estamos dentro y lo vemos así… ¡es que se nos cae la baba! Esa es nuestra fuerza.

¿Por qué llamáis a vuestro público “soñadores”?

Porque yo también lo soy. El programa se emite muy temprano, a una hora en la que te acabas de despertar con el sueño pegado en la oreja y todavía recordando qué ha pasado. Luego, en parte, porque somos un grupo de soñadores que creemos que las cosas se pueden cambiar, que no nos conformamos con la realidad que vivimos. Juego con el madrugón y con el espíritu del programa. Todo es posible, si lo quieres. Yo me levanto creyendo que todo se puede cambiar.

Hay mucha gente, hoy en día, que considera a los soñadores ilusos. Sin embargo, parte de esta ilusión es lo que construye las posibilidades en la realidad…

Claro. Es que si no, ¿qué nos queda? Yo tengo trabajo y me va muy bien. Pero tengo familia que está en paro, mucha gente a la que intento ayudar como buenamente puedo, a nivel económico, evidentemente. A todos nos afecta la realidad, menos a Jordi Pujol, que no hay nadie de su familia que esté en el paro… el resto, a todos nos llega, todos tenemos alguien que está en el paro. Todos. 

En el argumento de ACARICIANDO UN SUEÑO, planteas toda esta temática. ¿En qué momento y por qué decides escribirlo?

Comienzo a escribirlo un año en que me quedo en paro. Entonces empiezo a escribir una historia que tenía en la cabeza desde hacía mucho tiempo. Soy un tío que toca mucho de pies en el suelo. He sido siempre muy pragmático y muy realista, pero también he sido muy soñador. Yo creo que la vida sin sueños no es nada.

¿Ha habido algún momento en el que hayas sentido que te has traicionado a ti mismo?

El último año de Crónicas, pero eso ya lo he hablado muchas veces por antena. Hablé con Sardá para que rescindiera el contrato de mi último año. El programa ya no era el que yo había conocido ni mi función la que yo había llevado a cabo desde el principio. Y no quisieron rescindirlo, y me sentí realmente mal. Pero luego lo compensé.  Produje y financié mi película “FBI” y fue la cuarta peli más taquillera del año, y eso que muchos no creyeron en este proyecto. Más tarde me ofrecieron hacer la segunda parte y dije que no.  Podía haber continuado chupando de la teta como hace Segura con sus Torrentes, ¿no? Pero entendí que ya estaba. Yo quería otras metas, otros horizontes. Ni mejores ni peores, diferentes. 

Tras tantos éxitos conseguidos y tanto camino recorrido, ¿qué objetivos hay en un futuro?

Disfrutar de mi gente.  Hay gente muy joven que ha comenzado conmigo este proyecto y que antes no habían hecho ni tan siquiera radio, como Tony. Y… ostras, disfruto mucho de ellos. ¡Anda que no quedan cosas!

Parece que has vitalizado un poco el mundo de la radio…

Eso dicen. Es el mejor piropo que me pueden dar. Suelen decirlo en el medio y la verdad es que yo lo agradezco porque es un medio poco dado a piropearte. 

Supongo que de esta vitalidad te acabas empapando un poco, ¿no?

Absolutamente. Además, me recuerdan ese punto de comerme el mundo que tenía yo también. La ambición es muy buena, lo que es malo es la ambición desmedida. 

Y, por último, ¿un consejo de soñador a soñadora?

Que te apartes de toda esa gente que te vas a encontrar por el camino -como me ha pasado a mí y me sigo encontrando- que hace un esfuerzo tremendo en intentar que dejes de soñar y en intentar que te apartes de lo que quieres conseguir. Si esa gente, en lugar de dedicar ese tiempo a intentar jod**** la vida lo dedicara a ser ellos felices, seríamos todos mucho más felices. Sin embargo, creo que hay gente a la que le da miedo que tú consigas tus sueños porque, si ellos no los consiguen, se sienten aún peor. Que alguien esté a su nivel ya les hace sentir mejor. No dejes de soñar, lucha por tus sueños. Tarde o temprano llegan, seguro.

Muchas gracias, Javier.


Noemí Carnicero Sans
03/05/12

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