Toni Riveras Perez / 41 años     
Lic. en Educación física – Profesor de Pádel – Coach (personal, ejecutivo y empresarial)

LA VIDA: ESO QUE EN OCASIONES NO NOS DEJA VIVIR

Me encanta dar clases de pádel. Ahora mismo es mi profesión y pese a ser muy duro haber empezado más tarde y de cero, me encanta por dos motivos principales: porque este deporte me apasiona y porque me permite conocer gente, charlar con ellos y aprender juntos (ellos de mí, y yo de ellos).

Esta semana charlaba con una alumna antes de clase mientras esperábamos al resto del grupo.
Es una alumna que el año pasado ya trabajó algo conmigo, pero sin mucha continuidad.
Este año depositó en mí de nuevo su confianza para hacer clases y creo que he conseguido “engancharla” más (lo admito, yo no soy el mismo profe que hace un año).

Pues bien, Gemma es una persona extremadamente exigente con las cosas y creo no equivocarme si digo que con ella misma también.
Yo podía ver a Gemma cómo se tensaba tanto y cómo entre punto y punto tenía que estirar su espalda que quedaba completamente agarrotada de la tensión.
Yo le decía: ¡Gemma! ¡Tranquila! Y ella me respondía: ¡Es que no puedo! Si me relajo fallaré seguro.
Lo que iba a suceder era claro: Gemma iba a fallar por un exceso de tensión. Iba a fallar el 85% de las bolas que técnicamente, era perfectamente capaz de devolver. Pero pensar en el fallo, ya le predisponía a fallar.  

Para mucha gente, hay dos cosas que gobiernan todo lo que hacen o emprenden: los resultados, y  “el éxito” (o lo que creen que es, ya que muchos lo asocian al reconocimiento de los demás…)

Voy a poner un ejemplo:
Yo me apunto a clases de pádel y mi objetivo supremo es el de aprender a jugar muy bien a este deporte.
Pues bien, lo primero que debo hacer es preguntarme “¿para qué?”.
Seguramente el 95% de las personas preguntadas responderían: porque me divierto mucho jugando.
Y no os voy a engañar, ¡es muy divertido!
Pero, ¿de verás me puede gustar algo que es capaz de crearme contracturas que me pueden llegar a durar toda una semana de los nervios que paso? 
Yo creo que no… Creo que por lo que sea, en ese momento hemos perdido el rumbo de nuestro objetivo supremo, y lo que es peor: corremos el riesgo de que lo que nos apasionaba deje de hacerlo, simplemente por errar en nuestro planteamiento.

¡Y así es la vida! Cuando le preguntamos a alguien: “¿A ti qué te gustaría conseguir en la vida?” si es de la mayoría vulgar te responderá “ser rico”, si es de la minoría interesante te responderá “ser feliz”.
Personalmente creo que ni el “vulgar” ni el “interesante” aciertan en sus afirmaciones… Pensaréis: ¡todas las respuestas son correctas si son las de uno mismo! ¡Hay que respetar todas las opiniones! 

Tenéis razón… Pero no me malinterpretéis. 
Respeto todas las pretensiones de la gente, respeto todos los sueños… Pero yo creo que si de verdad quieres lograrlos sólo hay una respuesta correcta a la pregunta que antes formulábamos: “hacer todo lo posible por ser rico” o “hacer todo lo posible por ser feliz”.

¿Alguien ha visto alguna vez algún kilómetro que no se componga de metros?
Pues los caminos se completan recorriendo metros. 
Metros que suman kilómetros. 
Kilómetros que forman caminos…
Nuestra vida es “caminar” hacia nuestros objetivos supremos: ese trabajo fabuloso, ese deporte que me apasiona, esa familia que quiero formar o que tengo y quiero disfrutar… Cada uno tiene su camino; y la auténtica felicidad (para mi éxito) consiste en simplemente disfrutar de cada paso.
No puedo dejar que nada me “contracture” sólo por el hecho de pensar si lo haré bien o mal.
No puedo dejar que nada frene mis pasos sólo por el miedo al fracaso.
No puedo dejar que mi ilusión decaiga simplemente porque otros dicen que ese camino está “impracticable”.

Míralo así: si disfrutas de cada paso, si disfrutas del camino, hasta agradecerás que éste sea largo.
Pensando en la vida en general, nos olvidamos de vivir.
Y vivir es completar nuestra vida con acciones, sentimientos, sensaciones, emociones…

Vivir es conectarse con el suelo que pisas, y el momento en el que lo estás pisando. Es el “ahora”, es el “aquí”.
Y es falso que nuestra vida la compone nuestro pasado, porque hasta él se construyo de momentos “presentes”.
Para mi lograr el éxito no es más que ser libre. Poder disfrutar cada instante conectado con un presente, que será el que construirá un futuro que no parará de conducirme a nuevos “presentes”.

Yo, como profesor no podía complacer a Gemma… Ella quería jugar bien al pádel YA. Y cada vez que se daba cuenta de que todavía no había llegado ese momento, lo pasaba mal, y lo que es peor: todavía retrasaba más que ese momento pudiera llegar porque entorpecía su aprendizaje.
No podía ayudarla a que aprendiera todo en tan poco tiempo, pero podía hacer algo mejor… Podía hacer que recordara su “propósito supremo” en el mundo del pádel (que por cierto es el que nos hacemos todos al empezar, y que cuando comenzamos a jugar un poco bien se nos olvida: “yo sólo quiero divertirme”…)

He rodeado a Gemma de un grupo, le he quitado presión a todas y cada una de sus acciones, le he corregido sus gestos pero nunca sus resultados y le he animado a que celebre cada una de sus acciones correctas y enfoque su atención en lo que hace bien y no en lo que hace mal.

Ahora Gemma ríe en las clases… Y tiene una bonita sonrisa que hasta ahora no había podido apreciar.
Ella cree que ahora ríe porque le salen las cosas… Y yo quiero que entienda que le salen porque ríe.

Si quieren felicidad, rían. Si quieren una vida, vivan. Sin más…


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