Hermano.
Qué palabra tan familiar pero qué significado tan distinto para cada uno de nosotros. Algunos llaman “hermano” a sus mejores amigos, otros conviven con sus consanguíneos sin recordar ni si quiera el color de ojos que éstos tienen, y otros no los tienen porque nunca nadie leyó esa carta a los Reyes Magos en los que año tras año pedían un hermanito al que querer y con el que jugar.
Sinceramente, yo no recuerdo si te pedí o no en alguna carta a los Reyes Magos, en un deseo a cualquier estrella fugaz o en algún arrebato de llorera por soledad. Pero ahí apareciste, ante mis narices (pequeňas, pues tenía 6 aňos), de repente y sin haberme estudiado el manual de: cómo querer y odiar a un hermano al mismo tiempo. Por eso, terminé aprendiendo lo primero. Nunca me dio tiempo a llegar a esa segunda fase. Y cuando me acerqué a ella (¿recuerdas cuando nos pegábamos?) decidí que era preferible quererte para aprovecharme de ti.
Como por ejemplo, aquellos días en los que jugábamos a montar un kiosco en mi habitación en el que yo vendía todas mis revistas viejas y libros usados y tú venías a comprarme, con el dinero que te acababa de dar mamá, cualquier trasto viejo o papel arrugado que yo ya no quería. Ahí estaba yo, estafándote y sacándote las 4 pesetas que tenías. Aunque luego te compensaba dejándote subir a mis espaldas para jugar a las «ferias», en las que yo simulaba ser un toro, y tú simulabas pasártelo en grande.
Creo que ya algo intuías que no iba bien. Te dabas cuenta de que las revistas que comprabas no valían las pesetas que tenías. Y así creciste, estudiando y espabilando para que ninguna más como yo se aprovechase de ti, para que nadie más te tomara el pelo ni te tomara por tonto. Pero no sólo nos has salido listo, sino también buena gente. El mundo necesita más personas como tú.
Si intento buscarte defectos, no los encuentro. No es que seas mi hermano, es que rozas verdaderamente la perfección. Me sorprendes constantemente superándote a cada reto, aceptando cada batalla y agarrando cualquier oportunidad que se te presenta.
Admiro la capacidad que tienes para escuchar a las personas. Me fascina cómo recoges toda esa información en tu cabeza y las conclusiones que terminas sacando. Admiro cada buen resultado que obtienes. Porque aunque parece que me tengas acostumbrados a ellos, sé que se deben a un gran esfuerzo. Admiro la capacidad que tienes para seleccionar a tus mejores amigos sin nunca discriminar a aquellos diferentes a ti. Admiro cómo sabes adaptarte a cualquier sitio que no va contigo, a cualquier situación con la que no te encuentras a gusto.
Envidio tu paciencia y el buen uso que haces de ella. Envidio la facilidad que tienes para conectar con los más pequeños y, al mismo tiempo, con los más mayores. Transmites un cariño y una ternura que va más allá de las palabras. Lo tuyo son los hechos, y demostrar lo que sientes por las personas a través de la constancia.
Lo admiro.
Y tranquilo.
Llegarás donde quieras. Confío en ti y en tus posibilidades. Tienes un mundo entero a tus pies, sólo tienes que escoger en qué parte del mundo saltar. Te estarán esperando. Te necesitan pero tú aún no lo sabes, todavía no te lo crees. Y es que eres tan humilde y tan prudente que nunca serás consciente de cuánto eres capaz.
Y gracias. Gracias por enseñarme lo que sacándote unos años aún no he aprendido. Gracias por aportar tranquilidad a mi vida y por darme tanto. Gracias por ser la persona a la que me quiero parecer. Tú, pequeño renacuajo, apareciste en mi vida para demostrarme que los hermanos pequeños a veces tienen mucho más que enseñar que los hermanos mayores. Y es que si tú al principio creías que yo tenía mucho que explicar, en realidad eres tú quien tiene mucho que enseñarme.
A pesar de la distancia, a pesar de no decírtelo continuamente, a pesar de no poder ser partícipe físicamente de muchos momentos de los que me gustaría formar parte: ESTOY AQUÍ. Siempre voy a estar aquí para ti, en cualquier momento, en cualquier circunstancia.
T’estimo, Lian. Gracias por hacernos sentir a todos tan orgullosos de poder disfrutarte. Gracias por esforzarte cada día por ser mejor. Gracias por haberte dado cuenta con tus tan solo 17 años de que la vida se saborea mejor desde la madurez, la responsabilidad y la prudencia. Y gracias por hacerlo sin perder los sentimientos más importantes por el camino.
Doy gracias a la vida, al azar, o a quien quiera que sea, por haber puesto en mi vida un hermano como tú.
Precioso, emocionante!! Yo tengo la suerte de tener a dos hermanos, y a cada uno de ellos los amo de una manera distinta; pero lo que está claro, es que un hermano es una bendición! 😀 Me alegro mucho de que tengas ahí a ese hermano tan fabuloso del que hablas, y que seas capaz de expresarle de una manera tan bonita tu amor hacia él. Un besazo preciosa! 🙂
Me ha encantado!! Realmente lo tuyo son las palabras, me encanta leer tus textos 😀
Wow. Me haz hecho llorar yo tambien amo amigo hermano menor a pesar q solo somos de padre y qUE no vivimos juntos, por circunstabcias de la vida pérdida comunicaciones por 8 anos, volvi a encontrarlo y ya tenia el 17 muchas cosas por la q el paso y las decisiones q tomo y ver lo que es me hace admirarlo y aunque soy 10 anos mayor quisiera ser como el, cuando el nacio y a pesar q odio a mi padre el me enseñó a separa eso y en lugar de odiarlo por ser hijo de el, es de las personas q mas amo, yo como hermano mayor quisiera hacer tanto por el, por suerte estamos recuperando el cariño de cuando eramos mas jóvenes, quisiera retroceder el tiempo y volver ajugar con el. Las luchas y abrazarlo para q se durniera cosa q hoy a su edad jajaja ya no se puede, mi hermano si existe la reencarnación quisiera volver a ser tu hermano y no separarme nunca y jugar con el