Jordi Pérez Rodríguez / 24 años / Lleida / 
Cartero / Diplomado en Magisterio y actual estudiante de Psicopedagogía

Motivación para escribir en «Tengo algo que contar»:
  Compartir una perspectiva que puede ser útil en momentos de discordia.


Tema: Actitud personal

PERSPECTIVA RECICLADA

¿Cuántas veces hemos detenido nuestros pasos y hemos volteado nuestra cabeza para volver a ver todas las experiencias y vivencias que hemos pasado

Es un acto habitual en nuestro día a día; determina nuestro comportamiento, nuestra forma de pensar, nuestras relaciones con los seres queridos (y los que no lo son tanto)… Nuestra propia historia no es algo que queda anclado en un pasado remoto, sino una de las piezas claves para el día a día, para los problemas que puedan surgirnos y para saber cómo afrontarlos. 
Aun así, parece que sólo recordamos nuestras vivencias pasadas en momentos en los que no estamos con mucho ánimo. Como si de una vía de escape se tratara, rehuimos de los acontecimientos actuales para encontrar un pequeño recoveco en el que sumergirnos y aislarnos. 


Personalmente, encuentro que es algo tan natural como inefectivo; porque, a menudo, este pequeño “stand out” viene acompañado de una emoción bastante perjudicial: la tristeza. Y, si le añadimos la nostalgia, hacen un combo cuya síntesis puede resultarnos extremadamente dañina si no logramos dominarla a tiempo: la melancolía.  

Y aquí viene el leitmotiv del título: perspectiva reciclada. O, en otras palabras menos abstractas: cómo aprovechar nuestro pasado para mejorar el presente y nuestras expectativas de futuro. Un pequeño ejercicio donde todas nuestras representaciones mentales sobre los sucesos que ya expiraron volverán a sernos útiles y, además, desterraremos fuera de nuestro pensamiento la maldita tristeza que parece ser inherente a ellos. No es algo fácil, ni os daré un manual de instrucciones para llevarlo a cabo (si así fuera, ¿para qué querríamos la psicología y la filosofía?); sólo pretendo que todo aquel que esté leyendo esto tenga la oportunidad de dar un vuelco a su perspectiva sobre el pasado, para mejorar el presente, y albergar en su camino un futuro próximo lleno de posibilidades.

Volvamos otra vez al pasado. Trata de recordar aquél momento en el cual, si hubieras hecho eso en vez de aquello, el resultado final podría haber sido muy distinto. Te hubiera gustado, ¿verdad? Pero claro, al haber hecho aquello, las consecuencias posteriores fueron muy distintas. 
Ahora es el momento de detenernos un segundo y reflexionar: Es humano el anhelo de aquel resultado que no obtuvimos, pues las expectativas que tuvimos (y que tenemos con carácter retroactivo) son muy positivas e incluso deseables.  Pero, si en vez de ejecutar la acción que realizaste, hubieras hecho el “eso” de la primera cuestión:


¿Qué tendrías ahora…
…pero QUÉ NO?

Todo acto tiene una consecuencia la cual, a largo plazo, puede regalarnos un sinfín de dádivas que no hubiéramos obtenido con el comportamiento que NO hicimos y que, curiosamente, nos tiene en vilo porque nos causa ese extraño estrago melancólico. Nuestras expectativas superan con creces todo aquello que obtuvimos, haciendo que todos aquellos puntos positivos queden infravalorados por nuestra propia imaginación. 
En pocas palabras: expectativas superando a la realidad. 
Una realidad que, si la analizamos, nos ha podido resultar muy favorable. Conocer a una persona que no hubiéramos conocido, encontrar un espacio que no hubiéramos visto, descubrir una faceta de nosotros mismos que hubiera quedado en el más recóndito espacio de nuestro ser…

TODO camino realizado nos brinda la oportunidad de crecer como personas, y expandir nuestros lazos con el contacto social y el mundo material. 

¿Es útil utilizar un condicionamiento de escape para aislarnos en una posibilidad que no se produjo, y no valorar todo aquello que nos dieron tanto nuestras acciones como las personas que están a nuestro alrededor? 


¿No es más útil aprovechar nuestro bagaje para querer todo lo que somos y lo que tenemos, y utilizar esos pequeños errores para avanzar posibles consecuencias y dirigir nuestros pasos hacia aquel camino más deseable y fructífero?

Antes de recriminar nada, soy plenamente consciente que hay hechos en los que no tuvimos ningún tipo de poder de decisión y/o ejecución. Esos casos son de una tipología distinta, con unas raíces más profundas y con variables en las que, desafortunadamente, no tenemos (prácticamente) ningún tipo de posibilidad de manipulación. Esas situaciones tienen un origen distinto de los que estamos tratando aquí, por lo que una reorganización cognitiva se hace más difícil, y conlleva un esfuerzo el cual, a veces, está más allá de nuestras propias manos.

Concluyendo; ¿qué os parece si a partir de ahora tratamos de dar un vuelco a nuestra nostalgia para valorar el presente y tener un mayor control sobre nosotros mismos? 

No sólo lo agradeceremos para nuestro propio bienestar; También nuestras relaciones sociales podrán ser más fuertes, nuestras expectativas podrán cumplirse, nuestros pasos estarán más planificados y, en resumen, dejaremos de tener esos momentos tristes, para pasar a tener esos momentos en los cuales recordamos un hecho que pudo ser, y que puede sernos útil para el presente. 

¡Todo está en nuestra mente!

3 Comentarios
  • Montse Soro dice:

    Nelson Mandela tenía en una de sus frases míticas una de muy buena que sintetiza lo que tú acabas de exponer aquí y totalmente de acuerdo en que hay que aprender de las experiencias de la vida. Aquí te la dejo:

    "If I had my time over
    I would do the same again
    so would any man who dares
    call himself a man"

    y otra que dice sobre sí mismo:

    I am not a saint unless you think of a saint as a sinner who keeps on trying"

    Por lo tanto, aplaudo y comparto contigo la idea de aprender de la experiencia y no de quedarse estancado en los errores del pasado. El objetivo siempre es AVANZAR 🙂

    espero que nada te quite esta actitud. un saludo

  • Jordi, sinceramente, me quito el sombrero… Qué manera de escribir… Y, aparte de eso, dices algo.

    Un gusto redescubrirte gracias a Noe!

  • Jordi Pérez dice:

    Tengo una extraña afinidad al aprendizaje a golpes; imagino que no seré el único, pues los tropiezos son aquellos pequeños baches que tenemos que ir superando para llegar a nuestra meta. Aún así, lo mío no eran ligeros titubeos. Sólo y únicamente veía venir qué estaba cayéndose encima mío cuando el golpe iba a ser doloroso.

    El texto no es más que el cambio que decidí hacer en mi propia conducta, pues no podía continuar con tales dolores de cabeza. Agradezco muchísimo tu comentario, así como las aportaciones de un grande como fue Mandela (cuyo legado, en forma de ideología, espero que perdure con el paso de los años) y ese apoyo que, al recordarlo, te da un empujoncito para seguir avanzando. Un saludo, Montse!

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