Porque me he cansado. Me he cansado de sobrevivir en un lugar que no he escogido. Me he cansado de ir muriendo en el sitio que la mala suerte eligió para mí. Pero de lo que más cansado estoy, es de escuchar el ruido del hambre que azota las tripas de las personas que llevan consigo el mayor corazón que yo he conocido: mi familia. Voy a luchar por devolverles todo lo que ellos me han dado, que es la vida.
Porque una valla triple y electrificada no es más que el principio de todos mis retos y obstáculos. Y es que tengo un sueño, y es ser feliz. Sonreír de verdad, sentirme seguro y protegido, y estar en el lugar donde las oportunidades toman forma de luces alumbrando la noche con la que tantas veces he soñado desde la frontera.
Llevo tres años ahorrando cada céntimo, tres años asegurándole a mi familia que lo iba a conseguir, y que una miga menos de pan entonces, se convertiría en una barra de pan mañana. Así que no me asusta. No me asusta dejarme la piel en esa valla ni ahogarme en el intento.
Voy a por todas, porque quiero formar parte de aquellos que se despidieron de mí para no volver. Aquellos que hoy tienen un teléfono móvil con el que llamar a sus familias, y 50 euros mensuales con los que llenar sus bocas. Deseo regresar algún día con la ilusión de que mi lugar de origen pueda ser el final escogido de muchos.
Que nuestras raíces no nos encarcelen, y que el futuro de los que están por venir se convierta en una meta digna por la que luchar sin moverse de ahí. Deseo regresar a un lugar diferente, donde las cosas hayan cambiado. Deseo que las nuevas generaciones nazcan en un lugar donde una picadura de mosquito no entorpezca su esperanza de vida, o donde los proveedores de salud no te vendan medicinas falsas en las farmacias. Deseo un lugar justo, un lugar donde los sueños, también puedan hacerse realidad sin necesidad de ahogarse en el camino hacia una desconocida felicidad.
La felicidad por la que ahora mismo estoy luchando con cada brazada. Brazadas con las que se me llena la boca de agua salada y con las que se me enrojecen los ojos. Unos ojos que, tantas otras veces, han enrojecido de tanto llorar.
Porque esto vale la pena.
Me estoy cansando, pero la meta cada vez está más cerca. Nos hemos estado preparando mucho para esto, y ahora hay que dar la talla. Por nosotros, y por nuestras familias. No nos merecemos el lugar del que venimos. Sabemos que en esta vida, existe algo más, y es a por lo que vamos. La vida no puede ser sólo esto. Nos han contado que está llena de cosas maravillosas, de experiencias extraordinarias, y de oportunidades. Y hemos visto el perfil de la península en tantas ocasiones, que desde hace muchos años, en mis sueños sólo aparece ella.
Estoy viendo a la policía. La llaman Guardia Civil.
Pero da igual.
Porque península, voy a por ti.
Noemí Carnicero Sans
M'agrada molt! Tens molt talent:)
Petons!
Es tant dolorosa la situació…i ho has plasmat tant be…tant de bo estigues a ls nostres mans poder fer més per aquestes persones.
ets genial noe
Muy buen artículo…como de costumbre. Cortito, pero muy bien escrito.
Felicidades!!!
Un saludo.
Me gusto leerlo. Lo has descrito de una manera tan real y tan sencilla, me gusta.
Soy nueva en esto, te dejo mi blog, si queréis pasar.
http://mylifeenpocaspalabras.blogspot.com/