Silvia Aceitero / 34 años / Madrid / Coach personal & curiosa     


 Motivación para escribir en «Tengo algo que contar»:
Es como un hogar virtual, aquí me siento muy cómoda compartiendo mi lado más personal (el profesional ya lo hago en el blog de mi web), y de paso poder invitar a otras personas a reflexionar sobre el tema que escribo. Me encanta cuestionarme la vida a través de ojos ajenos y este es mi pequeño granito de arena a la causa para que el resto podáis hacer lo mismo.

 Tema: Plantearte la vida y sentir.





ME PLANTO. QUIERO SENTIR

¿Qué nos ha pasado? 

En las últimas décadas parece que la vida nos haya enseñado a tejer una capa de gruesa piel alejándonos del núcleo de nuestro cuerpo, el corazón. Nos hemos esforzado tanto en aprender a no sentir y a ignorarnos, que el dolor ha tenido que encontrar un camino alternativo de escape ya sea en forma de migrañas, empachos, obsesionarnos con el deporte, sobre dedicarnos al trabajo o padecer del estómago. Todo vale en el juego de callar nuestras emociones. 

Sentirse bien parece ser motivo de envidia. 
Sentirse mal, sinónimo de fracaso. 
Sentirse cansado, una llamada a la culpa.
Sentirse herido, un ataque. 

Me planto. 

Quiero sentir. Quiero ser libre de sentir. Me declaro nudista del alma. Mi cuerpo no solamente alberga órganos y músculos que actúan en armonía para que yo siga aquí, si no que aloja algo mucho más importante en su interior: mis sentimientos. Inhalo acontecimientos y exhalo emociones para acumular experiencias. Mi alma al desnudo significa mostrarme tal y como soy al mundo, aunque respete sus reglas. Significa vivir en coherencia con quién he nacido y crecido y quién me acompañará hasta el final del camino.  

La acelerada rutina hace que cada día estemos más y mejor programados, pero menos y peor conectados. Conectados con lo que nos rodea. Conectados con quienes nos rodean. Conectados con nosotros mismos…

Me planto. 

La velocidad de este siglo ha succionado la virtud de la empatía. No somos capaces de entender a los demás porque fallamos incluso al entendernos a nosotros. Miramos, callamos, seguimos, pero no sentimos. 

Solucionar ha dejado de ser sinónimo de resolver. Solucionar significa ahora llenar el cuerpo y alma de tiritas y diagnósticos. Buscamos en el paracetamol o antidepresivos algo que acalle el sufrimiento que sentimos por no sentir. 

Me planto. 

Damos por hecho lo que tenemos mientras vivimos esclavos de la angustia de lo que nos falta, de todo el camino por recorrer. Nos anclamos en el pasado mientras rehusamos a vivir el presente. Nos preocupamos por el futuro como si contásemos con la capacidad de adivinarlo. 

Quiero sentir. 

Quiero sentir a mis amigos y con ellos. A mi familia y con ella. 

No quiero pasarme media vida adquiriendo miedos para pasarme la media siguiente luchando contra ellos. Ni quiero pasarme la vida acumulando cosas de más para echar luego las importantes de menos. 

Quiero sentir. 

Porque por algo la naturaleza nos ha dotado con al menos cinco formas diferentes de hacerlo, y es parte de lo que damos por hecho. 

Los ojos no son solamente para ver, si no para observar. 
Las orejas no deben ceñirse a oír, sino a escuchar. 
La nariz nos da la oportunidad de respirar, pero también la de deleitarnos con olores. 
El gusto nos deja percibir la diferencia entre ingerir y saborear. 
Y el tacto es ese gran desconocido que nos acerca a cualquier textura. 

Quiero sentir. 

Quiero entenderme como parte de un océano infinito que tendrá días de calma, días de furia, días en los que las olas choquen fuertemente con sus propias barreras y otros en los que se fundan casi imperceptiblemente con la orilla. Un océano que esconde mucho más de lo que aparenta y que está a merced del cielo y la tierra para su supervivencia. 

Quiero sentir cada lágrima, cada sonrisa, cada piel, cada palabra, cada mala noticia, cada buena, cada llamada, cada logro, cada decepción, en definitiva, cada momento. 

Vivimos como si fuera la primera oportunidad de tantas otras de experimentar de forma consciente el mundo. No hay que confundirse. Es la única. 

Por eso me planto. 
Por eso quiero sentir. 

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