«Lo que canto, lo besé»
Andrés Suarez, 31 años, Ferrol (Galicia). Uno de los cantautores más famosos de nuestro panorama musical. Tras una extensa y continua formación, da el salto a Santiago de Compostela a sus dieciocho años y, posteriormente, se aventura a conquistar un sueño en Madrid. A día de hoy colecciona cinco discos a sus espaldas y un intenso recorrido por las mejores salas del país. De padre marinero y madre cantante, nos transmite parte de sus orígenes a través de cada letra consiguiendo, como pocos, remover el corazón de todo aquel que tiene la suerte de escucharle. Sobre todo, si es en vivo.
¿Cuándo entró la música en tu vida con la intención de enamorarte?
Supongo que antes de ser. Escuchaba a mi madre cantar en la barriga. En casa siempre hubo instrumentos. No concibo otra realidad, lo digo completamente en serio: amo mi trabajo -que es mi pasión- más que a nada.
A los 14 años comenzaste a cantar en los bares. ¿Cómo sucedió?
Me enamoré y quise contarlo.
¿Te planteaste, en algún otro momento, dedicarte a cualquier otra cosa? ¿Asomaron las dudas alguna vez?
Nunca, jamás. He dudado alguna vez de mí, pero nunca de mi obra.
Y entonces, decidiste mudarte a Madrid. Y de cantar en el metro y en salas como el Liberta8, el Fonte y el Galileo, terminaste alzando la voz en el Palacio de Vistalegre, la Riviera o JoySlava. ¿Qué puente construiste por el camino para conseguirlo?
Supongo que seguir el consejo que me dio mi madre cuando me fui de casa: trabajar. No he hecho otra cosa, y no creo que haya más secreto. He sido ayudado en el camino, creo que es imposible sin ayuda, pero duermo tranquilo porque nadie me regaló nada. Me vine con una maleta y mi guitarra a cantar al metro, a los bares, y sigo siendo el mismo. Supongo que la gente entendió esa sinceridad y por eso se quedó. La verdad es que no sé por qué la gente se multiplicó, pero así fue. No me preocupa eso, sino dejar una buena obra. Mis canciones sonarán cuando yo no. Si lo que persigues es la fama o el éxito, todo está perdido.
Cinco discos a tus espaldas siendo Moraima, el último de ellos, el más especial en tu carrera. Cuéntanos por qué.
Primero, por ser un disco en directo. Llevo toda la vida cantando en locales, en directo, por eso no me gusta grabar discos en el estudio, mirando a una pared. Entiendo la música como un diálogo, como un mensaje en la mirada (el aplauso puede ser mentira, la mirada nunca) y, eso, es Moraima. Luego, los musicazos que grabaron conmigo: Alfonso Pérez y Peter Walsh en la producción. Creo algo allá arriba se alineó para que naciera este disco. Siento algo distinto cuando lo escucho.
¿Qué tienen en común el Andrés Suárez de 14 años y el de 31? ¿Y qué ha cambiado?
Como te he dicho, nada. Soy el mismo que sueña con cantar, con escribir canciones, con viajar… Es cierto que ahora viene más gente a verme a los conciertos, pero no entiendo qué ha de ser distinto en mí por ello. Me levanto cada día ilusionado con lo que viene y dando gracias por poder vivir de lo que amo. Creo que es una suerte que no todos pueden gritar.
Ahora has firmado por Sony estando, por lo tanto, tu próximo disco en camino. ¿Qué quisieras que encontrásemos en él?
Fragmentos de mi vida. Eso es lo que hago, contar lo que fui. Me cuesta mucho escribir a lo ficticio, a lo que pudiera ser. Lo que canto lo besé, así que espero que estén de acuerdo con el momento vital del disco, nada más. Sinceramente creo que supera a todos los demás.
Dicen que la vida da muchas vueltas. ¿Cuántas da la tuya, que eres el que vive de gira en gira de forma –casi- permanente?
A veces pienso que demasiadas. No soy el mismo de ayer, imagínate el de hace un mes… Vivo en los hoteles, en los trenes, en los aviones… Es una locura genial. Estoy muy concentrado en estar vivo.
Hablas a menudo de las emociones que percibes en los gestos de quienes te escuchan en tus conciertos. ¿Qué significa el público para ti?
Todo. Me quedo mirando fijamente para ver si están sintiendo. Pretendo que salgan distintos a como entraron, no paro hasta conseguirlo. Con la que está cayendo en este país es un gran esfuerzo pagar una entrada, hacer kilómetros para venir a verme… Trato de compensarlo con toda mi voz.
Qué inspira con mayor facilidad una letra: ¿el amor, o el desamor?
Creo que en el desamor, la melancolía, el desengaño, las canciones circulan mejor. Tal vez sea un vehículo más cómodo para las palabras y lo difícil sea cantarle al optimismo, a la luz.
¿Hay algún vicio inconfesable, alguna manía disfrazada de musa o alguna peculiaridad que se cuele en el proceso creativo de todas tus canciones?
El mar.
En una entrevista confesabas que, si pudieras, firmarías por que la vida te mantuviera en el punto en el que estás. Sin embargo, estoy segura de que una mente inquieta como la tuya busca siempre nuevos puertos a los que llegar. ¿Puedes contarnos alguno?
Realmente firmo mi presente, es increíble la cantidad de cariño que recibo a diario, la gente llenando las salas de conciertos, comprando los discos en todos lados… ¿qué más se puede pedir? Evidentemente considero que estoy de ida, casi empezando, y que tengo todo por cumplir: cantar con Sabina, viajar más a Latinoamérica, descubrir nuevos acentos… Lo mejor está por llegar. Aquí lo espero.