Si hoy estuviera contigo, probablemente, te despertarían mis besos antes que el despertador. Treparía con mis labios hasta tus pestañas y dejaría la huella de un sonido en cada uno de tus párpados. Si hoy estuviera contigo, agotaría a cuentasílabas todos los te quiero que me quedaban aún por susurrarte. Me abrazaría a tus mañanas enroscándome entre tus piernas, buscando el mejor truco para tejerle un nudo a cualquier instante del que debería ser delito escaparse con pena, pero sin gloria.

Si hoy estuviera contigo prepararía un desayuno entre tu boca y la mía. Le pararía el tiempo al reloj tras marcar cada segundo con el compás de mis latidos. Aceleraría la pasión, multiplicaría la ternura y dividiría todas aquellas veces en las que alguna de tus virtudes me rozó, deseando no pasar inadvertida.

Te pediría perdón tras cada te quiero. Por ansiarte tanto, por depender mis sonrisas de las tuyas y, sobre todo, por condicionar el brillo de mis ojos a tu forma de mirarme. Te pediría perdón por haberlo querido tan todo contigo, que me olvidé de ti. De aquella parte que, en realidad, nunca quisiste hipotecar tan alto. La misma que a base de silencios ensordecedores me avisaba de que, “así, no”.

Si hoy estuviera contigo, nos estaríamos celebrando. Brindando por lo bueno y por lo malo, por lo mejor y por lo peor. Brindaríamos por todo lo que nos hubiera pasado, si es que hoy hubiera estado contigo. Brindaríamos por haber decidido seguir escogiéndonos en cada parte del camino. Por haber seguido de la mano, aun habiendo coqueteado con soltarnos. Hoy celebraríamos que un tú y yo, seguiría teniendo sentido dentro de un nosotros. Que estaríamos de acuerdo con un plural compartido, y que nuestro futuro, seguiría siendo el lugar al que llegar, pero nunca del que huir.

Y es que si hoy hubiera estado contigo, con sabor a Emilia y con olor a carbonara te daría las gracias por haberme permitido soñarte aun durmiendo a tu lado. La felicidad resbalaría por mis mejillas solo con mirarte, como todas aquellas veces en las que me parecía que la realidad estaba superando mi ficción. Celebraría seguir enamorada de ti, de la única persona que consiguió que metiera el corazón en una maleta despidiéndome de una zona de confort a la que, creía, no tener que volver jamás.

Por eso hoy, que eres el motivo de mis lágrimas pero ya no de mis sonrisas, me acuerdo de todo lo que hubiera estado dispuesta a entregar por recuperar tan solo un ápice de la única persona que me hizo sentir que la vida no tenía por qué valer tanta pena.

Y es que si hoy estuviera contigo, hoy no estaría aquí. Celebrando el no celebrarnos y, sin embargo, pensando en ti.  

Noemí Carnicero Sans

4 Comentarios

Publicar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *