“Jo-der”.

Que mientras te estaba diciendo que no, en realidad, mis besos te decían que sí. Que esas pocas ganas mías de enamorarme, han perdido. Que mi credibilidad se ha fugado con tus labios y mi corazón, por exceso de tiritas, latía a la mitad. Que sobreprotegí mis ganas de querer, les puse bozal para que no hablaran, para que de ninguna forma su manifiesto terminara delatándome a mí, que no quería.
Y resulta que, cuando estaba yo más convencida que nunca, me fastidiaste.

Me fastidiaste haciéndome sentir bien. Me fastidiaste tratándome con dulzura, con cariño y, por qué no, añadiéndole esa dosis de locura a tus abrazos. La fastidiaste comprendiéndome, dándome aquel margen de maniobra que nadie más me había dado. Haciendo gala de una paciencia infinita, adaptándote a mi ritmo. Un ritmo que ni siquiera yo sabía cómo seguir. 

Porque por miedo a tropezar, me detuve.

Detuve mis pasos para no caminar contigo. Para no hacerte un daño que, en realidad, tenía miedo de hacerme a mí. Me detuve, precisamente, porque quería correr. Pero es que aún no había aprendido a caminar. Así que lo hice sola. Aprendí a dar un paso después del otro, a conocerme a mí, a solas, conmigo.

Y yo que no quería querer, desde que te quiero, he perdido. 
Porque me has ganado.  

Porque te has ganado lo mejor que quiero sentir por alguien. Porque quiero apostar aun a riesgo de perder, porque no quiero seguir perdiéndote cada día, cada vez que no me tiro a la piscina cuando me apetece decirte “te quiero”, cada vez que me quedo sin tus caricias cuando no nos damos la mano. 
Quiero poder quererte sin miedo. Porque me has enseñado a no tenerlo. Porque me has enseñado a querer otra vez. Algo que, creía, no volvería a suceder jamás. No así, no aquí, no tan pronto. 

Pero sí tú.

Porque sé, desde que llevo conociéndote, que he tenido suerte. Suerte de encontrarte, de compartir maravillosos momentos contigo. Suerte de que hayas sido paciente, de que hayas sabido cómo, cuándo, dónde y por qué. Como si llevaras conociéndome toda la vida. Como si tratar conmigo siempre se te hubiera dado bien. 

Que me siento yo, porque tú haces que me sienta así.  

Y por eso quiero un “yo” a tu lado. Quiero un “poco a poco” pero sin miedos, sin excusas, sin extras, sin “vacíos legales”. Quiero un “nosotros”, sin filtros. Que me abraces cuando quieras, que me beses cuando te apetezca y que, cada vez que lo sientas, puedas demostrármelo sin esa presión que has tenido hasta ahora por miedo a que nunca sucediera lo que has terminado consiguiendo.

Que te quiera. 
Que me esté enamorando de ti. 

Siempre se necesita un prólogo interesante para una historia que pueda valer la pena. Así que gracias por haber querido seguir después. Gracias por haber querido seguir leyendo lo que yo escribía. 

Ahora, quiero que escribas conmigo.


Fdo: Noemí Carnicero Sans


 Foto original: https://www.pinterest.com/pin/492722015456181684/ 

4 Comentarios

Publicar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *